venerdì 5 febbraio 2016

PERSONAJES DE LA REGENTA - PETRA

"La Regenta" es la primera novela de Leopoldo Alas, llamado "Clarín", publicada en Barcelona, en dos tomos, en 1884 y 1885. La acción de la obra se desarrolla en Vetusta, pseudónimo de Oviedo, y cuenta la historia de Ana Ozores, la mujer del regente de la ciudad.
Petra es la criada de la Regenta. Ella cuenta con veinticinco años, su piel es blanca y  su  pelo es rubio y rizado.  Su belleza excita deseos pero no simpatías.  Ha servido en muchas casas principales. Es solícita, discreta y finge humildad. Es una mujer envidiosa y desconfía de todos. No soporta a la Regenta, y será ella, en colaboración con Fermín de Pas, la causa de la tragedia final: los dos ponen el adulterio de Ana ante los ojos del marido Victor Quintanar. Por la vida de Petra pasaron los tres hombres de la vida de la Regenta: el amante libertino,  el inocente marido y el clérigo Don Fermín y a todos los tres los tenía en sus uñas. Todo lo tenía bien calculado: se vengó de ellos pero antes buscó su provecho.  Petra traiciona a Ana no sólo por cuestiones económicas, sino por el placer de dañar a Victor, Ana y Álvaro. Sorprende esta salida tan drástica en un personaje que, aunque sí en un principio se dibuja con malos sentimientos, se le da voz propia en la segunda parte de la obra.

Comparación entre Ana y Petra

Petra y Ana son las dos mujeres de La Regenta. Las ambas son jóvenes pero no son iguales. Las separa la clase social y la diversa atención concedida por el autor a cada una. Desde la primera vez que aparecen a Ana y a Petra en el texto se destacan aspectos distintos de sus personas; en el caso de Petra, su cuerpo. Tanto así que Víctor Quintanar, cuando en cierta ocasión acude a aliviar las penas  de Ana en una de sus recaídas depresivas se encuentra con Petra, y repara en ciertas desnudeces y en la blancura de la piel de la moza. Es el comienzo de un subtema de la obra: el carácter del deseo sexual de Víctor relacionado con un pequeño tris que tiene con la criada. Por el contrario, Ana aparece en la obra revestida con una mayor dignidad, como una penitente y se la presenta siempre encerrada en sus pensamientos. Tambien su dormitorio, donde hay una sensual piel de tigre, es una habitación donde «no hay sexo». Entonces Petra representa un tipo de fuerte atractivo sexual y Ana encaja mejor en el prototipo de la heroína romántica, preponderantemente espiritual.
Petra conoce los favores sexuales de tres hombres: Alvaro, el Magistral y Victor.
Este aspecto sexual iguala las dos mujeres: las dos tienen relaciones con los mismos hombres: Víctor y Álvaro y ambas las dos cometen adulterio. Pero la manera de ser adúlteras parece distinta, pues en el caso de la doncella el interés acompaña al sexo. Petra se acuesta con el Magistral para obtener la lucrativa posición de criada en la casa del canónigo. Ana Ozores, en cambio, está construida de diferente manera: ella es una soñadora. Petra utiliza su condición de mujer, mientras que Ana es la víctima de esa condición. La mujer que seduce a los hombres consciente de que lo hace con malas artes y la inocente que cae sin darse cuenta en las redes tendidas por la conveniencia social. Ana se casa con Víctor por imposión social. La joven esposa ofrece una fuerte resistencia a romper su boda y lo hace con la espiritualidad. Pero el espíritu, en última instancia, sucumbe ante las urgencias de la carne. Petra y Ana fueron diseñados por Clarin como los prototipos de la mala y de la buena.

lunedì 2 marzo 2015

COMENTARIO-SONETO XIII

El Soneto XIII fue escrito por Garcilaso De La Vega durante el siglo XVII o siglo de Oro.
La obra está caracterizada por 14 versos endecasilabos en dos cuartetos y dos tercetos finales, siguiendo la estructura tipica del italiano Francesco Petrarca. El poeta recoge aquí el mito de Dafne, una ninfa.
Un día Eros y Apolo se peleaban para decidir quien fuera el mejor archero; Apolo, soberbio, decidió irse dejando Eros lleno de ira. El dios decidió vengarse con dos flechas, echando Apolo en los brazos de Dafne que, en cambio, lo rechazaba. En el soneto se muestra solo el desenlace de la historia: Apolo, enamorado de ella, la persigue y Dafne desesperada pide ayuda a su padre, el dios Peneo, que la transforma en un árbol de laurel. En la obra, con rimas consonantes, podemos entender la transformación rapida y violenta de la "mujer angel" (con tiernos miembros, piel clara, pelo rubio y ojos azules) en un árbol.
La poesia está dividida en tres partes:

  • la prima incluye los dos cuartetos;
  • la segunda incluye el primer terceto;
  • por fin, la última parte incluye el segundo terceto con la reflexión del poeta donde él mismo trasfiere el sufrimiento de este mito al sufrimiento personal.
En hecho, el mismo Garcilaso se identifica con Apolo porque también él había sufrido por amor. El autor utiliza el denominado "io poetico" y observa la escena desde el cielo como podemos ver al verso 3 con el verbo "vi", primera persona del verbo "ver". Entonces, en el soneto hay una conversación en pareja en la que hay una contraposición de los adjetivos que subrayan la crueldad de la transformación. El primer cuarteto destaca el principio de la transformación y contienes partes del cuerpo humano a los versos 1 y 4 (brazos, cabellos) y partes del mundo vegetal a los versos 2-3 (ramos, hojas); al revéz en el segundo cuarteto hay a los versos 5 y 8 partes del mundo vegetal (corteza, raíces) y a los versos 6-7 partes humanas (miembros, pies), versos en el que se ve la voluntad del padre de Dafne. Los verbos que se refieren al mundo vegetal son verbos de transformación mientras que los verbos que se refieren a la ninfa son verbos de lucha. En los versos 9-14 se ve el dolor eterno de Apolo que llora a la vista de su amada sin pararse nunca. El dolor es eterno también porque él es un dios y entonces nunca muere. Pero, según la maladeción cada vez que Apolo llora el árbol crece, por eso en los versos 10 y 11 hay la figura retórica del paradoja donde el agua, osea las lagrimas, hace crecer el árbol; mientras que al verso 10 hay una cesura, osea una pausa en el medio del verso indicada por la coma. A final, en todo el soneto está el iperbato: una inversión del orden gramatical de las palabras.