
Comparación entre Ana y Petra
Petra y Ana son las dos mujeres de La Regenta. Las ambas son jóvenes pero no son iguales. Las separa la clase social y la diversa atención concedida por el autor a cada una. Desde la primera vez que aparecen a Ana y a Petra en el texto se destacan aspectos distintos de sus personas; en el caso de Petra, su cuerpo. Tanto así que Víctor Quintanar, cuando en cierta ocasión acude a aliviar las penas de Ana en una de sus recaídas depresivas se encuentra con Petra, y repara en ciertas desnudeces y en la blancura de la piel de la moza. Es el comienzo de un subtema de la obra: el carácter del deseo sexual de Víctor relacionado con un pequeño tris que tiene con la criada. Por el contrario, Ana aparece en la obra revestida con una mayor dignidad, como una penitente y se la presenta siempre encerrada en sus pensamientos. Tambien su dormitorio, donde hay una sensual piel de tigre, es una habitación donde «no hay sexo». Entonces Petra representa un tipo de fuerte atractivo sexual y Ana encaja mejor en el prototipo de la heroína romántica, preponderantemente espiritual.
Petra conoce los favores sexuales de tres hombres: Alvaro, el Magistral y Victor.
Este aspecto sexual iguala las dos mujeres: las dos tienen relaciones con los mismos hombres: Víctor y Álvaro y ambas las dos cometen adulterio. Pero la manera de ser adúlteras parece distinta, pues en el caso de la doncella el interés acompaña al sexo. Petra se acuesta con el Magistral para obtener la lucrativa posición de criada en la casa del canónigo. Ana Ozores, en cambio, está construida de diferente manera: ella es una soñadora. Petra utiliza su condición de mujer, mientras que Ana es la víctima de esa condición. La mujer que seduce a los hombres consciente de que lo hace con malas artes y la inocente que cae sin darse cuenta en las redes tendidas por la conveniencia social. Ana se casa con Víctor por imposión social. La joven esposa ofrece una fuerte resistencia a romper su boda y lo hace con la espiritualidad. Pero el espíritu, en última instancia, sucumbe ante las urgencias de la carne. Petra y Ana fueron diseñados por Clarin como los prototipos de la mala y de la buena.
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